domingo, 5 de junio de 2011

Mora lanza un informe contra Kino, y éste se prepara a conquistar el desierto

El viaje de finales de 1697 al sur del actual Arizona había servido para probar la lealtad hacia la corona por parte de los indios Sobáipuris. Sin embargo, apenas acababan de regresar los expedicionarios a Dolores cuando llegaron malas noticias. El 25 de febrero de 1698 unos trescientos apaches atacaron y quemaron Cocóspera para después huir rumbo al Norte, a donde fueron perseguidos y derrotados por los militares, además, en marzo otra banda aún mayor de indios apaches atacó Quíburi, sobre el río San Pedro, aunque el lugar fue defendido con éxito por el jefe Coro.

Mientras surgían estas nuevas amenazas a la paz, Kino buscó la certificación sobre el auxilio que habían prestado los indígenas del río San Pedro contra los apaches, y en abril visitó nuevamente a esa región. De cualquier manera,  el temor  a la represalia llevó al jefe Coro a abandonar esa zona y establecerse más al Suroeste, en el arroyo de Sonoita en el lugar que se llamó desde entonces los Santos Reyes de Sonoita, en inmediaciones del actual Patagonia, Arizona, lo que le bloqueó a Kino la ruta del San Pedro para la conquista  de lo desconocido.

La Pimería Alta con la ubicación de Quíburi y Los Santos Reyes
Mientras, el 28 de mayo el Padre Francisco Javier Mora, misionero en Arizpe y superior de Kino, concluía un informe de 79 páginas contra Kino, dirigido al Provincial Jesuita, Juan de Palacios, acusando al misionero pimalteño de dejar abandonada su misión mientras realizaba expediciones: “Desde el mes de septiembre del año pasado de 97 hasta este mes de mayo de 98 se le tienen notadas al padre las siguientes caminatas… Por septiembre a Santa María Vaseraca doscientas leguas de ida y vuelta. Por octubre al Quíburi, cien leguas de ida y vuelta. Por noviembre más de doscientas leguas de ida y vuelta a la Casa Grande. Por diciembre, al poniente, noventa leguas. Por enero al real de San Juan, Sonora, Oposura, etc, cien leguas. Por febrero, al poniente, treinta leguas. Por marzo al Quíburi cien leguas. Por abril dos veces al Quíburi que son doscientas leguas. Por mayo, que es cuando este informe se hace, a Sonora,  San Juan, Oposura, cien leguas.” Y si recordamos que una legua equivale a cuatro kilómetros, vemos que Kino, que entonces tenía 52 años cumplidos, logró un total aproximado de 4,500 kilómetros recorridos en 9 meses.

La principal razón de Mora para oponerse a los viajes exploratorios de Kino era que descuidaba la atención religiosa de su misión, ya que “…no estando él ahí no hay indio que haga cosa ni asista… Si en los pueblos que están muy asistidos y bien administrados  los indios son muy ordinarios los casos de morir algunos sin confesión por sólo estar el padre en el otro pueblo de la administración… ¿Cuántos casos de estos se sucederán donde más es la distancia que la presencia? ¿Cuántos niños se quedarán sin bautismo, cuántos días de fiesta sin misa? ¿Cuántos sin doctrina?” Y agregaba que Kino bautizaba entre mezquites a los indígenas durante sus excursiones para dejarlos  luego desamparados.

También, acusaba a Kino de continuar con la “cosa quimérica” de construir un barco en Caborca para navegar el mar califórnico, y advertía: “puede ser que llegue a los oídos de vuestra Reverencia… de que lo mandé quemar. Juro in Domino que será para que el padre tenga alguna quietud y para excusar los trabajos y hambre que padecen los indios que tiene el padre trabajando…”  Y agregaba, también, que aunque no le constaba, había escuchado que golpeaba a los indios “esto lo he sabido, no lo que he visto. La verdad tenga su lugar.”

Kino, por su parte, al cerrársele la puerta del río San Pedro debido a los asaltos apaches a esa región y el abandono de Quíburi, dedicó ahora su atención al noroeste de Dolores, región desértica que lo separaba de la Baja California y le impedía auxiliar a Juan María Salvatierra en su empresa califórnica. 

Ese cambio de atención geográfica del misionero nos explica los viajes que fueran citados por Mora. Así fue cómo, en agosto de ese 1698, el padre Visitador, Horacio Pólici le escribía al Padre Mora informándole que Kino buscaría “el descubrimiento del río Grande (el que conocemos actualmente como río Colorado) hasta la mar para informar al padre provincial y a su Excelencia, quienes mandan y se fomenten las necesarias conversiones y se le dé mano al padre Juan María por el nordeste;” y queriendo o no, Mora tuvo que obedecer.

Además, el Gral. Domingo Jironza  envió como nuevo escolta militar de Kino, en sustitución de Juan Matheo Manje, al Capitán Diego Carrasco con el nombramiento de Teniente de Alcalde Mayor y Capitán a Guerra de la Pimería, con la instrucción de hacer un diario exhaustivo de las expediciones que llevara a cabo acompañando al misionero.

1 comentario:

  1. Un execelente blog el que acabo de descubrir, te felicito. La labor del padre Kino en California y Sinaloa fue fundamental para la expansión septentrional del Virreinato de Nueva España. Aunque eran tiempos duros para la Monarquía en Europa (se acababa de firmar la Paz de Risjwijk en 1697 que ponía fin a la Guerra de los Nueve Años) lo cierto es que en el continente americano la expansión eran imparable. Ya tienes un nuevo seguidor, además te invito a pasarte por mi blog, dedicado al reinado de Carlos II, justo el reinado bajo el cual se producen los hechos que nos narras.

    Un saludo.

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