En 1679, el almirante Don Isidro de Atondo y Antillón, quien contaba entonces con cuarenta años de edad y por lo tanto era cinco mayor que Kino, recibía del Rey el título de Almirante de California, aún no colonizada, además de la confirmación de su anterior posición de Gobernador de Sinaloa.
De la colonización de Baja California dependía la seguridad de la Nao de China o Galeón de Manila, que realizaba el comercio entre España y Asia. Llevando metales preciosos partía de Acapulco, costeando Baja California seguía la costa del Pacífico hasta el actual Estados Unidos para después atravesar el océano Pacífico y dirigirse a Filipinas y China, de donde traía especias, seda y otros productos asiáticos. El problema era que las costas Californianas se habían convertido en un magnífico refugio de piratas franceses, holandeses e ingleses, que se escondían allí para atacarla y robarla.
Por otro lado, las leyendas de tesoros escondidos (la cosecha de perlas había sido el atractivo en el caso califórnico) no fueron imán capaz de atraer conquistadores que costearan sus propias expediciones, ya que resultó ser una región muy pobre. Además, los desmanes que habían cometido los españoles contra la población indígena, habían provocado una reorientación en el método de conquista indígena. Así, se ideó la fórmula de cooperación entre el Estado Español y la Iglesia para colonizar las nuevas regiones: el Estado financiaría la entrada europea, en la que intervendrían los religiosos para realizar la conversión indígena.
Por otro lado, cuando la Compañía de Jesús recibió la autorización de enviar misioneros al noroeste novohispano, de inmediato se dio cuenta ésta de la unidad económica que formaba la costa del pacífico mexicano (Sinaloa-Sonora) con Baja California, ya que la primera podía costear la colonización de la segunda. Hay que recordar aquí que para entonces se había penetrado únicamente hasta el Sur de Sonora.
Así, cuando Atondo recibió su nombramiento, erigió un pequeño astillero en Nío, Sinaloa (actual Pueblo Viejo, a unos 5 Km al Norte de Guasave), y empezó a construir tres barcos: dos fragatas, de 70 y 60 toneladas, y una balandra.
Después de esta disgresión explicativa, pasamos a la crónica de los hechos: En marzo de 1682 llegaban a unirse con Atondo los misioneros Eusebio Francisco Kino y Matías Goñi. El primero, a pesar de su deseo de ser enviado a China, había sido nombrado Cosmógrafo de la expedición californiana y misionero de la misma, mientras que el segundo sería misionero, contando ya con la experiencia de haber estado en Yécora.
Al terminar los preparativos, el grupo zarpó de la costa sinaloense, y el 1 de abril llegaban a la Bahía de la Paz, en Baja California, cuyo renombre databa de la estancia en el lugar, en 1535, de Hernán Cortés, quien fue el primero que vio el potencial de esa bahía como estación hispana. Allí erigieron un fuerte y sembraron una huerta, aunque como la productividad de la región no era suficiente, a fines de ese mismo abril partió un barco a Sinaloa a abastecerse de alimentos.
Pasaron los meses sin mayor pena ni gloria, aunque a finales de junio la situación se agravó. El alimento escaseaba y el barco de Sinaloa no regresaba. Hubo entonces una junta para definir si enviaban otro barco, aunque decidieron esperar. Un día después, un indio le disparó una flecha a un soldado español, y aunque no le sacó ni sangre, Atondo ordenó encarcelarle, lo que enfureció a los Guaycura, que habitaban al Norte de La Paz. Además, los Cora, enemigos mortales de los Guaycura y habitantes del extremo Sur de la península, les informaron a los españoles que los Guaycura habían asesinado a un grumete mulato, apellidado Zamora, que había escapado del campamento.
Así fue cómo los ingredientes de la tragedia quedaron servidos: cuando llegaron 16 guerreros Guaycura en son de paz a conferenciar con los españoles, Atondo desconfió de ellos. Ordenó que les dieran pozole, y mientras comían se les disparó un cañón a quemarropa que dejó a diez guerreros muertos, mientras el resto huía, algunos de ellos heridos.
Esa masacre decidió el final de la colonia a los tres meses de haber sido establecida. Los 83 colonos decidieron abandonar el lugar, y el 15 de julio zarpaba el barco con ellos. Y aunque después se sabría que Zamora no había sido muerto por los Guaycura sino que huyó a Sinaloa, de cualquier manera la primera etapa de esa colonización había concluido. Vendría después el establecimiento de una nueva misión, San Bruno, a unos 260 Km. al Norte de esa misma costa. Pero esa es otra historia…
De la colonización de Baja California dependía la seguridad de la Nao de China o Galeón de Manila, que realizaba el comercio entre España y Asia. Llevando metales preciosos partía de Acapulco, costeando Baja California seguía la costa del Pacífico hasta el actual Estados Unidos para después atravesar el océano Pacífico y dirigirse a Filipinas y China, de donde traía especias, seda y otros productos asiáticos. El problema era que las costas Californianas se habían convertido en un magnífico refugio de piratas franceses, holandeses e ingleses, que se escondían allí para atacarla y robarla.
Por otro lado, las leyendas de tesoros escondidos (la cosecha de perlas había sido el atractivo en el caso califórnico) no fueron imán capaz de atraer conquistadores que costearan sus propias expediciones, ya que resultó ser una región muy pobre. Además, los desmanes que habían cometido los españoles contra la población indígena, habían provocado una reorientación en el método de conquista indígena. Así, se ideó la fórmula de cooperación entre el Estado Español y la Iglesia para colonizar las nuevas regiones: el Estado financiaría la entrada europea, en la que intervendrían los religiosos para realizar la conversión indígena.
Por otro lado, cuando la Compañía de Jesús recibió la autorización de enviar misioneros al noroeste novohispano, de inmediato se dio cuenta ésta de la unidad económica que formaba la costa del pacífico mexicano (Sinaloa-Sonora) con Baja California, ya que la primera podía costear la colonización de la segunda. Hay que recordar aquí que para entonces se había penetrado únicamente hasta el Sur de Sonora.
Así, cuando Atondo recibió su nombramiento, erigió un pequeño astillero en Nío, Sinaloa (actual Pueblo Viejo, a unos 5 Km al Norte de Guasave), y empezó a construir tres barcos: dos fragatas, de 70 y 60 toneladas, y una balandra.
Después de esta disgresión explicativa, pasamos a la crónica de los hechos: En marzo de 1682 llegaban a unirse con Atondo los misioneros Eusebio Francisco Kino y Matías Goñi. El primero, a pesar de su deseo de ser enviado a China, había sido nombrado Cosmógrafo de la expedición californiana y misionero de la misma, mientras que el segundo sería misionero, contando ya con la experiencia de haber estado en Yécora.
Al terminar los preparativos, el grupo zarpó de la costa sinaloense, y el 1 de abril llegaban a la Bahía de la Paz, en Baja California, cuyo renombre databa de la estancia en el lugar, en 1535, de Hernán Cortés, quien fue el primero que vio el potencial de esa bahía como estación hispana. Allí erigieron un fuerte y sembraron una huerta, aunque como la productividad de la región no era suficiente, a fines de ese mismo abril partió un barco a Sinaloa a abastecerse de alimentos.
Pasaron los meses sin mayor pena ni gloria, aunque a finales de junio la situación se agravó. El alimento escaseaba y el barco de Sinaloa no regresaba. Hubo entonces una junta para definir si enviaban otro barco, aunque decidieron esperar. Un día después, un indio le disparó una flecha a un soldado español, y aunque no le sacó ni sangre, Atondo ordenó encarcelarle, lo que enfureció a los Guaycura, que habitaban al Norte de La Paz. Además, los Cora, enemigos mortales de los Guaycura y habitantes del extremo Sur de la península, les informaron a los españoles que los Guaycura habían asesinado a un grumete mulato, apellidado Zamora, que había escapado del campamento.
Así fue cómo los ingredientes de la tragedia quedaron servidos: cuando llegaron 16 guerreros Guaycura en son de paz a conferenciar con los españoles, Atondo desconfió de ellos. Ordenó que les dieran pozole, y mientras comían se les disparó un cañón a quemarropa que dejó a diez guerreros muertos, mientras el resto huía, algunos de ellos heridos.
Esa masacre decidió el final de la colonia a los tres meses de haber sido establecida. Los 83 colonos decidieron abandonar el lugar, y el 15 de julio zarpaba el barco con ellos. Y aunque después se sabría que Zamora no había sido muerto por los Guaycura sino que huyó a Sinaloa, de cualquier manera la primera etapa de esa colonización había concluido. Vendría después el establecimiento de una nueva misión, San Bruno, a unos 260 Km. al Norte de esa misma costa. Pero esa es otra historia…
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