El proceso de conquista español en el noroeste de la Nueva España fue muy distinto al del altiplano central. Esto se debió a varios factores muy importantes que diferencian a ambas regiones.
En primer lugar, en esta región la población indígena no formaba los grandes complejos políticos que hubo en el centro, y al conquistar aquí los españoles una zona, que ya de por sí no tenía mucha población, la conquista no trascendía al demás territorio.
Por otro lado, las distancias en nuestra región son muchísimo más grandes y además las dividen serranías que obstaculizaron la penetración hispana.
Finalmente, aquí no hubo las grandes riquezas que habían facilitado la penetración del altiplano central, lo que desalentó el financiamiento privado de las expediciones de conquista. Esto hizo que el proceso de colonización de nuestra región recayera sobre el Estado Español, que a su vez delegó gran parte de esta tarea a las órdenes religiosas.
Después del fiasco de la expedición de Francisco Vázquez de Coronado (que ya cubrimos en el artículo anterior), Diego de Ibarra descubriría los ricos minerales de Zacatecas y fundaría la población del mismo nombre en 1548. En seguida financiaría una de las últimas grandes expediciones hacia el norte, la de su sobrino Francisco, que le costó unos 200,000 pesos. Francisco partió de Zacatecas, fundó Durango y luego cruzó la Sierra Madre para entrar a Sinaloa y posiblemente llegó hasta Sonora. Sin embargo, falleció en 1575 y sus exploraciones no fructificaron en una mayor permanencia en las regiones a las que había penetrado. Hasta entonces, el poblado costero más norteño era Culiacán, que había sido fundado por Nuño Beltrán de Guzmán en 1531.
Nuño Beltrán de Guzmán, según aparece en el Códice Telleriano-Remensis |
A un sucesor de Ibarra como gobernador de Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río Loza, se debe la entrada de la Orden Jesuita al noroeste novohispano. Al ver que la fuerza de las armas no lograba avanzar la conquista con suficiente rapidez, les solicitó en 1589 al Virrey y al Provincial de la Compañía de Jesús el envío de sacerdotes Jesuitas como misioneros a Sinaloa. Así fue cómo en 1591 llegaban los primeros dos, Martín Pérez y Gonzalo de Tapia, y un año más tarde les seguían Alonso de Santiago y Juan Bautista de Velasco.
Y a pesar de que en 1593 Gonzalo de Tapia fue muerto por los indígenas, el número de bautizados fue incrementándose a la par que el de misiones. Entre 1614 y 1620 fueron fundadas 27 misiones entre los indígenas de los ríos Sinaloa, Mocorito, Fuerte, Mayo y Yaqui, gracias a las labores de misioneros como Andrés Pérez de Ribas, Pedro Méndez, Tomás Basilio y otros. En la región de estos ríos la labor misionera fue facilitada porque había más población indígena que además subsistía bajo una economía cimentada en agricultura intensiva; eran sedentarios.
Después, alrededor de 1619 los Jesuitas iniciaron su penetración entre los Pimas Bajos y Opatas que vivían en el centro del actual Estado de Sonora. Así, Martín Burgencio y Francisco Oliñano fundaron las misiones de Tecoripa, Cumuripa y Suaqui, y tres años después Diego Vandersipe y Blas de Paredes entraron a la parte alta del Río Yaqui, cubriendo hasta Onavas y Nuri.
Para 1627, Pedro Méndez entraba a la región del río Sahuaripa, mientras que una docena de años más tarde Martín Azpilcueta hacía lo propio entre los indios del río Moctezuma. Además, Bartolomé Castaño y Pedro Pantoja llegaban en la década de 1640 a la región del río de Sonora después de un fallido intento de colonización por Franciscanos, promovido por Pedro de Perea, quien también intentó entrar con los indios Imeris, ya en la Pimería Alta, aunque fue rechazado y murió en 1645.
Después, los misioneros se extenderían más hacia el norte siguiendo los ríos Bavispe y Moctezuma a lo largo de sus cauces, y por el San Miguel hasta Cucurpe, que era el lugar más norteño de la Opatería con una misión a la llegada de Eusebio Francisco Kino. La tarea misional había sido más difícil en esta nueva región que en el sur del actual Sonora debido a que la población indígena se encontraba más dispersa, era semi nómada, y que el medio natural no era tan productivo como en el sur, al ser más árido el terreno .
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