domingo, 2 de octubre de 2011

Las raíces prehistóricas de la peregrinación a Magdalena

Las peregrinaciones son, en todo el mundo, expresiones importantísimas que expresan los sentimientos, las raíces y la cultura de sus sociedades. Y aunque existen peregrinaciones en casi todos los continentes, las más conocidas ocurren en el Oriente Medio, en Asia y América. Y precisamente en este último continente, en particular en México, la más popular es la de la Virgen de Guadalupe, mientras que en nuestra región, Norte de Sonora, la peregrinación anual a Magdalena ocupa un lugar primordial.

Los análisis de las peregrinaciones les reconocen tres elementos principales:
  • la edificación de un mundo idealizado, 
  • la construcción de un nuevo centro del mundo y 
  • la expresión de una renovación espiritual.
Analicemos, pues, la peregrinación de Magdalena bajo estas perspectivas.

Pequeño grupo de caminantes a Magdalena el 2011, ya casi llegando a su destino
La primera, la manifestación de una idealización existencial. En nuestro caso, tenemos que un sacrificio, la caminata, se recompensa con el cumplimiento de una petición personal. Esta es la  interpretación que tiene el peregrino que intenta mejorar económicamente o bien la salud propia o la de un pariente o cualquier otra petición, y realiza el sacrificio de la caminata intentando conseguirla. Pero eso no es todo. También está, como un elemento asociado reciente, el surgimiento de aquellos que por alguna circunstancia no pueden realizar el sacrificio de la caminata, y a cambio prometen instalar una estación en algún lugar de la ruta, y ofrecen a los peregrinos ya sea comida, bebida o bien estaciones de descanso a los peregrinos en forma gratuita.  Es decir, para nuestro habitante regional contemporáneo, un premio requiere de un sacrificio temporal previo, y la caminata, o Manda como también se le conoce, que ocurre en estos días de octubre y en esta región, constituyen la ocasión y el espacio propicios para buscar esa recompensa.

La segunda, la construcción de un nuevo centro del mundo, se representa anualmente en el norte de Sonora cuando miles de peregrinos acuden a Magdalena convirtiéndola, así,  en el centro espiritual norsonorense. Y cuando se pregunta uno ¿porqué Magdalena? ¿Porqué en estas fechas de Octubre? tenemos que la respuesta, desafortunadamente, no cabe en este espacio, por lo que en el próximo artículo la cubriré.

Finalmente, el tercer elemento, la renovación espiritual, se alcanza cuando el caminante regresa de su sacrificio, vuelve de la caminata que realizó a Magdalena al lugar habitual donde vive (que en el caso de los habitantes de Nogales es de poco más de 80 KM), pero regresa transformado en un ser humano nuevo, con metas y logros que lo hacen diferente a como era antes de su Manda. Es decir, la Manda es una oportunidad de renovación; el derecho adquirido a un nuevo comienzo a través de ese sacrificio.

Ahora bien, no se conocen los orígenes de esta peregrinación, porque no existen documentos relacionados, aunque es probable que tenga raíces prehispanas, raíces no locales sino regionales. Expliquémonos: se sabe que la nuestra fue una región que participó en redes de comercio continentales que se remontan al primer milenio de la Era Cristiana, o sea más de quinientos años antes de la llegada de Colón a América. En el altiplano central del actual México, después de la caída de Teotihuacán (aprox. 650 DC), ciudad que tenía una función comercial primordial, surgió Tula cuya culminación (900 a 1150 DC) ocurrió cuando germinaron importantes redes comerciales que la ligaban al Sur con Centroamérica y al Norte con el comercio de la turquesa del suroeste estadounidense actual. La turquesa fue la piedra azul-verde más apreciada en el mundo prehispano. Pero también surgió el comercio de la concha del abulón. No fue por coincidencia que al Padre Eusebio Francisco Kino le llamó la atención esta concha que únicamente existe en la contracosta, del Pacífico.

El esqueleto de la guacamaya encontrado en Nogales, Arizona
Ejemplos locales y regionales de estas redes de comercio abundan; entre ellas, el descubrimiento reciente, en un sitio arqueológico en Nogales, Arizona, del esqueleto de una guacamaya de 8 semanas de nacida. Esta es una especie de ave que no vive en forma silvestre aquí, pero que era muy apreciada por el arte plumario prehispano. Es decir, alguien trajo al actual Nogales entre los años 800 a 1,150 DC, que es la época de ocupación del sitio, a esa guacamaya desde al menos el actual Sinaloa, que es donde vive el ara militaris, especie a la que perteneció el esqueleto.

Figura encontrada en Tula, Hidalgo, de ca. 900 DC

También está, ahora en el ámbito continental, el hallazgo en la ciudad prehispana de Paquimé (que alcanza su clímax entre 1200 y 1400 DC), en Chihuahua, de más de 3 millones de conchas marinas procedentes del Pacífico. O ya finalmente, y como corolario ilustrativo que engloba a todas estas redes de comercio prehispano, existe una figura encontrada en una investigación arqueológica en Tula, Hidalgo: la cabeza de un felino emplumado con las fauces abiertas de las que surge una cabeza humana. Pues bien, debo agregar que su base fue realizada con cerámica procedente de Guatemala, las plumas fueron hechas con conchas marinas procedentes de Sinaloa y, finalmente, el cabello y la barba del personaje tienen manufactura realizada con concha de abulón de Baja California (Las conchas azules de Kino).

Frente a estos y otros ejemplos similares, surgen las preguntas: ¿Cómo llegaron esas conchas, esas aves, allí? Pero además: ¿Cual fue la naturaleza de la participación de los antiguos habitantes de nuestra zona, intermedia entre fuente y destino, dentro de esas redes de comercio?

La respuesta es sencilla: su papel fue, o bien obligados o de naturaleza ideológica. Ahora bien, en cuanto a la primera, obligados, sería imposible, ya que la enorme geografía pimalteña o sonorense imposibilitaría forzar a los indígenas, que contaban con nuestros enormes espacios, para dispersarse y evadir los intentos para sojuzgarlos. Esto lo verificarían después los misioneros y militares europeos.

La Kiva de Cañon Chaco
Así, la única razón para que los antiguos pimalteños participaran en esas redes comerciales debió ser de naturaleza ideológica. Y precisamente sobre esta interpretación contamos, afortunadamente, con ejemplos como el de Cañón de Chaco, en Nuevo México actual, que gracias a investigaciones arqueológicas se ha encontrado que sirvieron de centro periódico de peregrinaciones prehispanas relacionadas con el comercio de la turquesa. O ya más cerca de nosotros, los rituales históricos de los Navajo, de los Indios Pueblo, los Pima y Pápago, relacionados con la colecta, anual coincidentemente, de sal del Golfo de California, que a su vez son vestigios de aquellas redes de comercio de sal y de conchas marinas que mencioné anteriormente. Todas esas son las raíces prehispanas de la peregrinación anual a Magdalena sobre la que hablaré más en el próximo de esta serie.


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