domingo, 25 de septiembre de 2011

Construyendo y reafirmando


Después de que Kino regresara de dejar al Padre Gerónimo Minutuli en Caborca esa primavera de 1705, la situación era muy positiva para la Pimería Alta, aunque ya se veía que, por designios superiores, el proyecto de Kino, la Pimería Alta como base de desarrollo de California, pasaría a segundo plano. 

Juan María Salvatierra y Visconti
 
El Padre Salvatierra, principal promotor de las misiones califórnicas, había sido nombrado Provincial Jesuita en Nueva España y éste a su vez nombró al misionero en Guaymas, Francisco María Pícolo, como Visitador de Sonora. La función principal del Visitador consistía en realizar uno o más recorridos generales por toda su jurisdicción y ver su condición. 

Así, Pícolo llegó a Dolores y verificó su magnífica situación para continuar después su viaje, y Kino lo acompañó hasta San Ignacio y a “Santa María de Magdalena, a donde [el Padre Campos] estaba fabricando la iglesia y la casa.” No podría adivinar que, seis años más tarde, le tocaría acudir a la dedicación de ese templo y durante esa ceremonia enfermaría, moriría y sería enterrado en ella.

Del valle de Magdalena, Pícolo se adelantó a Tubutama, a ver el templo que construía Kino allí, y después visitó Atil y Oquitoa, para regresar de nuevo al Valle de Magdalena. En Imuris nuevamente se le unió Kino para llevarlo a Cocóspera y Remedios –obviamente estaba orgulloso de su obra material-, y allí admiraron las iglesias que Kino había construido. Después Pícolo continuó su viaje de reconocimiento yendo hacia el Sur, aunque el recuerdo de lo visto en la Pimería no se borró de su mente. Continuamente le escribiría a Kino desde las misiones que visitaba. Tal vez la frase más ilustrativa del impacto causado en él por lo que había visto en la Pimería Alta se encuentre en una carta que le envió desde Batuc: “Quisiera yo servir a Vuestra Reverencia de mozo de mula en sus apostólicas caminatas … siendo esas misiones [de la Pimería Alta] las puertas para tan dilatadas naciones y gentes, es fuerza, mi amantísimo Padre Eusebio, poner todo nuestro cuidado en ellas.” Pero de California, ni una palabra.

Como refuerzo a los logros pimalteños, poco después el Padre Salvatierra nombraba a Kino como Procurador de las Misiones de la Pimería Alta. Es decir, formalizaba la función que éste ya había desempeñado extraoficialmente desde años antes: abastecer de productos y de todo lo material a las nuevas misiones. Además, empezando 1706  llegaba un nuevo misionero, Domingo Crescoli, también italiano, destinado a hacerse cargo de la misión de Caborca la que, aunque había permanecido sin misionero por varios años, de cualquier manera no estaba abandonada, ya que nos cuenta Kino, allí había: “casa en que vivir, iglesia … con capaz casa, despensa, panadería, horno, cocina, principios de huerta con maíz de cosecha y un buen tablón de trigo sembrado y nacido. Item, con ganado mayor y menor y caballada y manadas de yeguas, etc.”  y hasta Caborca lo llevó Kino para después regresar a Dolores no sin, al volver, hacer una visita de inspección por las misiones de la Pimería, en donde su labor constructora no cejaba. 

Así, la mayoría contaba con “muy pingües y abundantes labores, sementeras y cosechas de trigos, y maíces, y frijol, y garbanzos, habas, lentejas, alberjón, etc. Hay buenas huertas y en ellas viñas para vino de misas, con cañaverales de caña dulce para miel y para panocha y con el favor del cielo, en breve, para azúcar, con muchos árboles frutales de Castilla como son higueras, membrillos, naranjos, granadas, priscos, duraznos, melocotones, albaricoques, perales, manzana, morales, nogales, tunas, etc., con todo género de hortaliza, coles, melones, sandías, repollos, lechugas, betabeles, ceb ollas, ajos, calandrio, anís, chile, mostaza, hierba buena, rosas de Castilla, azucenas, etc., con muy buenas maderas para todo género de fábricas, pinos, fresnos, cipreses, nogales, chinos, mezquites, alisos, álamos, sauces, tarai, etc.”  Kino, gracias a la mano de obra indígena, había convertido la aridez pimalteña y su economía de subsistencia de recolección nómada, en regiones fértiles con excedentes de producción que servirían para el crecimiento misional.

En Síboda (Cíbuta de hoy), estando por iniciar la cuaresma, les dio ceniza a unas treinta personas “en la nueva iglesita”, dijo misa y ordenó reunir una manada de yeguas, con su garañón y burro, y los llevó hasta Aquimuri, para enviarlos desde allí a Caborca,  mientras que él seguía a Búsanic, en donde se continuó con la construcción de la iglesia; luego fue a Tubutama a revisar lo construido allí, para regresar después nuevamente a Caborca, en donde recibió una carta de Pícolo, avisándole que próximamente iría a visitarlo. Así que nuestro misionero decidió regresar a Dolores para ver los proyectos que le presentaría éste.

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