domingo, 9 de octubre de 2011

¿Un barco entre Sonora y California?

El misionero Eusebio Francisco Kino se encontraba frente a otra opción promovida por el Padre Juan María Salvatierra, quien después de acompañarlo al delta del Colorado en 1701 y conocer personalmente el desierto sonorense decidió fundar el puerto de San José de Guaymas para abastecer marítimamente las misiones califórnicas en vez de la ruta por tierra, de la ruta del desierto que promovía nuestro misionero.

Esta iniciativa de Salvatierra, que tal vez como premio por su iniciativa había sido nombrado Provincial Jesuita para el trienio 1704-1707, cambiaba los planes de Kino, quien para estar en armonía con el proyecto de Salvatierra decidió encontrar otra ruta hacia California por mar, no por tierra, y así cambió su objetivo. El 19 de enero de 1706 partía, acompañado del Padre Gerónimo Minutuli hacia el al suroeste a recorrer la costa de Caborca, que era región de transición entre Pimas y Seris.

Ruta de la expedicion de Kino en Enero de 1706
De esta manera, según nos narra Kino: “fue Dios servido que juntamente descubrimos … de este seno de la mar de la California una isla grande, que tendrá como tres leguas de ancho de oriente a poniente, y como siete u ocho leguas de largo de Norte a Sur, y no distaba  de esta tierra firme o costa que como seis o siete leguas.”  Ese texto nos dice que no la identificó como la misma que habían divisado desde el lado sur al inicio de su labor apostólica en la Pimería Alta hacía 21 años; de cualquier manera, hoy sabemos que indudablemente se trató de la Isla del Tiburón. No hay otra en la región con dimensiones que se aproximen a esas que, también erróneamente, le asignó, ya que es aún más grande, porque una legua equivale a unos 4 KM.

Pero eso no fue todo: “… Al rumbo de noroeste de esta referida isla … en distancia como de tres leguas, el día siguiente, 22 de enero, desde un altillo descubrimos muy patentemente otro grande pedazo de tierra, al parecer califórnica, y aunque estuvimos con alguna duda de si ella sería también isla, o si sería tierra contigua y continuada o continente con la misma California, nos persuadimos ésta sería aquella puerta de la California que … se extiende mucho hacia el oriente… y vimos que no distaba de nosotros más que como nueve o diez leguas” Ese trozo de tierra que alcanzaron a divisar en lontananza debió ser la Isla Angel de la Guarda, que se encuentra como a 75 Km (unas 19 leguas) del punto de donde la atisbaron.

Juan de Ugarte
De cualquier manera, de inmediato Kino asoció la proximidad de esas tierras con la posibilidad de utilizarlas como estaciones intermedias para abastecer las misiones califórnicas, y así renació su proyecto de construcción de un barco en Sonora. Vino después una serie de cartas entre nuestro misionero y otro gran Jesuita de la obra misionera en California, Juan de Ugarte, quien ya había disuadido a Salvatierra cuando éste quiso desmantelar el esfuerzo misional en California durante la época más difícil del avance califórnico y ahora lo había suplido como Rector de California. El era el más indicado para colaborar con Kino para establecer una nueva ruta de abastecimiento hacia California.

Años después, Ugarte construiría el primer barco hecho en California y realizó algunos viajes exploratorios a lo largo de la, hoy sabemos, península. Sin embargo, entonces estaba convencido de que era incosteable construir uno y trató de disuadir a Kino contra su proyecto de hacer uno en Sonora: “me es preciso prevenir a V.R. como quien tiene a mucha costa experiencia de barcos… Digo, pues, que aunque V.R. tenga maderas y tenga gentes y aún oficiales para fabricar; aunque hubiera hierro, velas, cables, estopa, brea y en la playa buen bole para arrojar al agua el lanchón…” sería mejor “…comprar una lancha hecha, con anclas, cables y velas; ahorrarán más de la mitad del gasto y, lo mas preciso o más precioso, el tiempo.”

Sin embargo, Kino no hizo caso, ya tenía adelantado su barco: “Con el favor del cielo, no tendremos particular dificultad, pues tengo aquí, en casa, en este pueblo de Nuestra Señora de los Dolores, la mayor parte de las maderas labradas para un barquillo acuartelado, que con unas buenas mulas de recuas con facilidad, con los demás tablones que tengo en Nuestra Señora de la Concepción del Caborca,  ya muy cerca de la mar, las podremos llevar hasta las orillas de este seno…”

Un madero en un dintel de las ruinas de la mision de Cocóspera
Pasarían los años, y esa idea que germinaba entonces en la mente de nuestro quijotesco misionero no lograría ver su fruto. Jamás se logró atravesar el desierto sonorense jalando los maderos de ese barco.  Esa hubiera sido una imagen icónica que actualmente representara la ideología norsonorense, imagen que tal vez, quizás tal vez, hubiera transformado la historia de nuestra región.

Pero en cuanto al destino que tuvieron aquellos maderos, quién sabe en dónde hayan quedado, tal vez en alguna fogata para calentar alguna noche invernal sonorense, tal vez como dintel de alguna puerta o alguna ventana en algún edificio...

De esa idea sólo nos quedó la huella de la tinta esparcida por una pluma de ave sobre un papel, la que ha servido para informar a este artículo.

 

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