Vendría después una época de importantes descubrimientos. El principal de ellos, que no se debe de viajar por el desierto de Sonora en verano. En junio de ese 1694, antes de que las lluvias rieguen y enfríen el territorio, Kino y Manje habían partido a Caborca a continuar la construcción del barco con el que pensaban lanzarse al mar califórnico.
Salieron de Dolores y siguieron la misma ruta de la vez anterior y en Tubutama se separaron. Mientras que Kino continuó a Caborca a proseguir con el barco, Manje y sus guías siguieron río arriba, por el Altar. Pasaron por el Búsanic y Tucubavia, que era territorio que ya había sido cubierto por Kino y Salvatierra anteriormente.
Sin embargo, en adelante eran territorios desconocidos: siguieron al noroeste hasta pasar por Gubo Verde (actual Pozo Verde), y más allá por una ranchería llamada Cups, al norte del pico de Bavoquívari, donde los nativos le hablaron de unas grandes casas situadas a 5 días de jornada rumbo al norte aunque se rehusaron a llevarle por temor, y entonces Manje decidió regresar a Caborca. Cambió entonces de rumbo al suroeste hasta Moicaqui (actual Quitovac) y un día después atravesaban esa árida región en medio del calor veraniego, recorriendo más de veinticinco leguas (unos 100 kilómetros) hasta que llegaron a una ranchería cercana a Caborca donde se atiborraron de agua para satisfacer la sed y el calor, lo que enfermó a todos.
Después, al llegar a Caborca, Kino le dijo que había recibido una orden del Padre Visitador, Juan Muñoz de Burgos, ordenándole que cesara en la construcción del barco, y aunque contaba con el permiso del Padre Provincial, decidió obedecer a su superior jerárquico hasta determinar la orden definitiva.
Para entonces, Manje había enfermado gravemente y tenía una altísima fiebre, por lo que el misionero pensó que moriría, lo confesó y le dio los últimos sacramentos, aunque pasaron cuatro días sin cambio hasta que, según nos dice Manje mismo: “pedí me sacasen y cargasen de tierra de tan adustos soles; y, parte a caballo teniéndome, y cargado en hombros de indios, a los seis días de camino, sin poder probar más de tres veces atole o puches, andadas cuarenta y cinco leguas, en el 26 de junio, llegué a la misión de San Ignacio…”
Allí lo dejó Kino al cuidado del padre Campos mientras él seguía a Dolores. Y según el mismo Manje nos cuenta: “…en medio que el dicho padre me mandaba hacer quintas esencias de guisados de huevos, gallinas y otros, con todas especies, por no recabar el que comiese, por lo totalmente desganado, con la molesta enfermedad en que me parecía todo salobre lo que, a fuerza, me hacía probar, me privó de beber agua, que era toda mi ansia y apetencia, y subiendo la tinaja en alto, porque no la alcanzase…”
El no poder beber agua enloquecía a Manje y aprovechó la obscuridad nocturna para arrastrarse hasta la tinaja, aunque al intentar alcanzarla se la derramó encima, bañándose todo el cuerpo. Eso lo alivió de inmediato.
Ya recuperado de su enfermedad, aunque perdió completamente el cabello, nueve días más tarde partía a Dolores y de allí a San Juan Bautista, donde vivía, en donde allí informó a su tío, el Comandante de las Armas de la provincia, Don Domingo Jironza, acerca de su viaje.
Mientras, al haber escuchado Kino la narración de las grandes casas más hacia el norte, decidió ir a visitarlas. Esperó a que terminara el verano y ese noviembre salía rumbo al Norte.
Llegó hasta el Bac, terreno ya conocido, y de allí continuó por 43 leguas más (unos 130 kilómetros) hasta que llegó al actual Casa Grande, en Arizona.
A la pluma de Kino debemos esta descripción de la construcción que aún hoy se puede visitar: “…es un edificio de cuatro altos, tan grande como un castillo, y como la mayor iglesia de estas tierras de Sonora. Dícese la dejaron y despoblaron los mayores de Moctezuma y, perseguidos de los cercanos apaches, salieron al oriente o Casas Grandes [Chihuahua] y de allí tiraron hacia el sur… y fueron a fundar la gran ciudad y corte de México.”
Sin embargo, Kino se equivocaba, ya que hoy sabemos que esas fueron construcciones de la cultura Mogollón, cuyos restos también se encuentran al Este de Arizona, en Nuevo México y en Chihuahua, y que aunque esta cultura tuvo relaciones comerciales con el altiplano central de México, formó una cultura diferente.
Viaje de junio de 1694 |
Sin embargo, en adelante eran territorios desconocidos: siguieron al noroeste hasta pasar por Gubo Verde (actual Pozo Verde), y más allá por una ranchería llamada Cups, al norte del pico de Bavoquívari, donde los nativos le hablaron de unas grandes casas situadas a 5 días de jornada rumbo al norte aunque se rehusaron a llevarle por temor, y entonces Manje decidió regresar a Caborca. Cambió entonces de rumbo al suroeste hasta Moicaqui (actual Quitovac) y un día después atravesaban esa árida región en medio del calor veraniego, recorriendo más de veinticinco leguas (unos 100 kilómetros) hasta que llegaron a una ranchería cercana a Caborca donde se atiborraron de agua para satisfacer la sed y el calor, lo que enfermó a todos.
Después, al llegar a Caborca, Kino le dijo que había recibido una orden del Padre Visitador, Juan Muñoz de Burgos, ordenándole que cesara en la construcción del barco, y aunque contaba con el permiso del Padre Provincial, decidió obedecer a su superior jerárquico hasta determinar la orden definitiva.
Para entonces, Manje había enfermado gravemente y tenía una altísima fiebre, por lo que el misionero pensó que moriría, lo confesó y le dio los últimos sacramentos, aunque pasaron cuatro días sin cambio hasta que, según nos dice Manje mismo: “pedí me sacasen y cargasen de tierra de tan adustos soles; y, parte a caballo teniéndome, y cargado en hombros de indios, a los seis días de camino, sin poder probar más de tres veces atole o puches, andadas cuarenta y cinco leguas, en el 26 de junio, llegué a la misión de San Ignacio…”
Allí lo dejó Kino al cuidado del padre Campos mientras él seguía a Dolores. Y según el mismo Manje nos cuenta: “…en medio que el dicho padre me mandaba hacer quintas esencias de guisados de huevos, gallinas y otros, con todas especies, por no recabar el que comiese, por lo totalmente desganado, con la molesta enfermedad en que me parecía todo salobre lo que, a fuerza, me hacía probar, me privó de beber agua, que era toda mi ansia y apetencia, y subiendo la tinaja en alto, porque no la alcanzase…”
El no poder beber agua enloquecía a Manje y aprovechó la obscuridad nocturna para arrastrarse hasta la tinaja, aunque al intentar alcanzarla se la derramó encima, bañándose todo el cuerpo. Eso lo alivió de inmediato.
Ya recuperado de su enfermedad, aunque perdió completamente el cabello, nueve días más tarde partía a Dolores y de allí a San Juan Bautista, donde vivía, en donde allí informó a su tío, el Comandante de las Armas de la provincia, Don Domingo Jironza, acerca de su viaje.
Mientras, al haber escuchado Kino la narración de las grandes casas más hacia el norte, decidió ir a visitarlas. Esperó a que terminara el verano y ese noviembre salía rumbo al Norte.
Viaje de noviembre de 1694 |
Llegó hasta el Bac, terreno ya conocido, y de allí continuó por 43 leguas más (unos 130 kilómetros) hasta que llegó al actual Casa Grande, en Arizona.
Las ruinas de Casa Grande, en el actual Arizona |
Sin embargo, Kino se equivocaba, ya que hoy sabemos que esas fueron construcciones de la cultura Mogollón, cuyos restos también se encuentran al Este de Arizona, en Nuevo México y en Chihuahua, y que aunque esta cultura tuvo relaciones comerciales con el altiplano central de México, formó una cultura diferente.
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