Ese año de 1694, la paz en la región se deterioraba gradualmente: los apaches se hacían sentir cada vez más y los demás indígenas mostraban señales de inquietud. Esto provocaba respuestas militares que intentaban conservarla, algunas veces con mayor éxito que otras, aunque la participación de algunos militares, como Antonio Solís, que era sumamente impulsivo y atacaba a indígenas pacíficos no la favorecía. Sería cansado enumerar los casos particulares de ataques y errores, lo que sí, éstos fueron empeorando la situación. Así se organizó una campaña militar en el actual noreste de Sonora, en los límites con Chihuahua.
Mientras ésto sucedía, a fines de 1694 partían dos misioneros más de la ciudad de México a la Pimería Alta: Fernando Bayerca destinado a Cocóspera, y Francisco Xavier Saeta del que no se decidía aún su misión. Empezando octubre, Saeta llegaba a Mátape, donde supo que el Visitador, Padre Muñoz de Burgos, se le había adelantado porque llevaba a Bayerca a Cocóspera. Los alcanzó en Dolores y allí, tras algunas deliberaciones, decidieron que lo enviarían a fundar la misión de Nuestra Señora de la Concepción de Caborca.
El 19 de octubre partían Kino y Saeta y llegaron a Caborca en la noche entre el 21 y 22. Kino lo dejó trabajando en la construcción de una iglesia de adobe y regresó a Dolores, aunque a mediados de noviembre recibía la visita nuevamente de Saeta, quien empezaba un recorrido por toda la región buscando ayuda para sostener su misión.
Ese mismo noviembre, mientras Kino visitaba Casa Grande en el actual Arizona (viaje que ya cubrimos en el anterior artículo), se constituía un nuevo rectorado en las misiones de la Pimería Alta, el de Dolores, con jurisdicción sobre Dolores obviamente, San Ignacio, Magdalena, Tubutama, Remedios, y otros, además de Cucurpe que no era Pima ni de reciente creación. Su primer rector sería el padre Marco Antonio Kappus, misionero precisamente en Cucurpe.
Para diciembre, Kino partía a la Cd de México, aunque en el camino se tuvo que regresar debido al comienzo de la campaña militar ya mencionada al inicio de este artículo, y en Arizpe se encontró con Saeta que continuaba su viaje; no fue sino hasta fines de enero de 1695 cuando Saeta pasaba por Dolores de regreso a su misión.
Ya en Caborca, Saeta le escribiría varias cartas a Kino informándole de sus avances en la construcción misional. Kino, a su vez, le invitó a visitarle durante la semana santa en Dolores, y aunque Saeta se negó inicialmente argumentando que tenía mucho trabajo en Caborca, finalmente, en una carta fechada el 1 de abril, accedió. Sin embargo, nunca llegaría a las conmemoraciones.
En su biografía de Saeta, Kino nos dice la razón: “Esta su tierníssima carta, escrita en 1 de abril, el viernes santo en la tarde, la receví en 3 de abril, como a las 11 del día, dia de pascua de Resurectión, habiendo, dos horas antes, como a las 9, recevido las tristes noticias de su santa muerte, la qual fue el sábado santo, 2 de abril, por la mañana, al salir del sol…”
Todo había empezado en Tubutama como consecuencia de los abusos anteriores de Solís, aunque los sucesos inmediatos derivaron de que el misionero, Daniel Janusque, había nombrado un capataz Opata entre los Pimas. Este se portaba muy duro con ellos, golpeándoles, y el 29 de marzo, cuando Janusque había salido de la misión, éste golpeaba a un Pima, el que pidió ayuda a los demás indígenas. Acudieron, mataron al Opata, luego quemaron el templo y casa del misionero y acabaron con el ganado. Al saber de esta muerte, Saeta, quien ya había cerrado la carta del 1 de abril a Kino, en el exterior le agregó una posdata en la que, entre otras cosas, le pedía: “Vuestra Reverencia no me pierda de vista.”
Los indios rebeldes, por otro lado, continuamente aumentaban en número, pasaron por Oquitoa donde se les unieron más participantes y en Pitiquín creció todavía más la multitud hasta que llegaron a Caborca, donde permanecía Saeta sin saber qué hacer. Arrodillado, recibió dos flechazos, según nos cuenta Kino: “Y levantándose con ellos entró a abrazarse con un muy lindo Santo Cristo de bulto que había traído consigo desde Europa, y sentándose sobre una caja, por la flaqueza y dolor, y después sobre la cama, y desangrándose, dio su dichoso espíritu al Soberano Creador…”
Mientras ésto sucedía, a fines de 1694 partían dos misioneros más de la ciudad de México a la Pimería Alta: Fernando Bayerca destinado a Cocóspera, y Francisco Xavier Saeta del que no se decidía aún su misión. Empezando octubre, Saeta llegaba a Mátape, donde supo que el Visitador, Padre Muñoz de Burgos, se le había adelantado porque llevaba a Bayerca a Cocóspera. Los alcanzó en Dolores y allí, tras algunas deliberaciones, decidieron que lo enviarían a fundar la misión de Nuestra Señora de la Concepción de Caborca.
El 19 de octubre partían Kino y Saeta y llegaron a Caborca en la noche entre el 21 y 22. Kino lo dejó trabajando en la construcción de una iglesia de adobe y regresó a Dolores, aunque a mediados de noviembre recibía la visita nuevamente de Saeta, quien empezaba un recorrido por toda la región buscando ayuda para sostener su misión.
Ese mismo noviembre, mientras Kino visitaba Casa Grande en el actual Arizona (viaje que ya cubrimos en el anterior artículo), se constituía un nuevo rectorado en las misiones de la Pimería Alta, el de Dolores, con jurisdicción sobre Dolores obviamente, San Ignacio, Magdalena, Tubutama, Remedios, y otros, además de Cucurpe que no era Pima ni de reciente creación. Su primer rector sería el padre Marco Antonio Kappus, misionero precisamente en Cucurpe.
Para diciembre, Kino partía a la Cd de México, aunque en el camino se tuvo que regresar debido al comienzo de la campaña militar ya mencionada al inicio de este artículo, y en Arizpe se encontró con Saeta que continuaba su viaje; no fue sino hasta fines de enero de 1695 cuando Saeta pasaba por Dolores de regreso a su misión.
Ya en Caborca, Saeta le escribiría varias cartas a Kino informándole de sus avances en la construcción misional. Kino, a su vez, le invitó a visitarle durante la semana santa en Dolores, y aunque Saeta se negó inicialmente argumentando que tenía mucho trabajo en Caborca, finalmente, en una carta fechada el 1 de abril, accedió. Sin embargo, nunca llegaría a las conmemoraciones.
En su biografía de Saeta, Kino nos dice la razón: “Esta su tierníssima carta, escrita en 1 de abril, el viernes santo en la tarde, la receví en 3 de abril, como a las 11 del día, dia de pascua de Resurectión, habiendo, dos horas antes, como a las 9, recevido las tristes noticias de su santa muerte, la qual fue el sábado santo, 2 de abril, por la mañana, al salir del sol…”
Todo había empezado en Tubutama como consecuencia de los abusos anteriores de Solís, aunque los sucesos inmediatos derivaron de que el misionero, Daniel Janusque, había nombrado un capataz Opata entre los Pimas. Este se portaba muy duro con ellos, golpeándoles, y el 29 de marzo, cuando Janusque había salido de la misión, éste golpeaba a un Pima, el que pidió ayuda a los demás indígenas. Acudieron, mataron al Opata, luego quemaron el templo y casa del misionero y acabaron con el ganado. Al saber de esta muerte, Saeta, quien ya había cerrado la carta del 1 de abril a Kino, en el exterior le agregó una posdata en la que, entre otras cosas, le pedía: “Vuestra Reverencia no me pierda de vista.”
Los indios rebeldes, por otro lado, continuamente aumentaban en número, pasaron por Oquitoa donde se les unieron más participantes y en Pitiquín creció todavía más la multitud hasta que llegaron a Caborca, donde permanecía Saeta sin saber qué hacer. Arrodillado, recibió dos flechazos, según nos cuenta Kino: “Y levantándose con ellos entró a abrazarse con un muy lindo Santo Cristo de bulto que había traído consigo desde Europa, y sentándose sobre una caja, por la flaqueza y dolor, y después sobre la cama, y desangrándose, dio su dichoso espíritu al Soberano Creador…”
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