domingo, 4 de diciembre de 2011

La Pimería Alta después de Kino

Después del fallecimiento de Kino, la Pimería Alta continuó su vida cotidiana. El Padre Luis Javier Velarde se hizo cargo de la misión de Dolores, que había estado a cargo de Kino, y el Padre Agustín de Campos continuó, desde San Ignacio, la labor misional en el Valle del Asunción; para 1715 había realizado tres viajes a la costa sonorense, y en 1721, acompañado de Manje la visitaría nuevamente, intentando encontrar al misionero californiano, Juan de Ugarte, quien había construido un barco para explorar la costa, aunque sin éxito.  A su vez, Manje seguiría su vida en el Norte del actual Sonora, formando una familia y estableciéndose en lugares relacionados con la minería, ya que vivió en Tetuachi, Nacozari y Bacanuchi hasta su deceso que debió de ocurrir poco después de 1736. El Padre Juan María Salvatierra, por su lado, sobreviviría a Kino seis años, y para entonces los Jesuitas habían fundado siete misiones califórnicas.

En 1727 llegó a la Pimería el Obispo de Durango, y al atestiguar la precaria situación de la región, consiguió más misioneros. 1732 vería el arribo de tres jesuitas nativos de Europa Oriental, Segesser a San Xavier del Bac, Grashoffer a Guevavi (situada a unos 10 Km al Norte del actual Nogales, Arizona), y Keller a Suamca (actual Santa Cruz), los que se encargaron de continuar la labor misional y exploratoria.

Por esos años, las pugnas por la tenencia de la tierra entre misiones y españoles aún no existían. Posiblemente los misioneros y militares alentaban el establecimiento de ranchos en regiones apartadas de la labor misional que sirvieran de protección contra los apaches. Así sucedió en el río Santa Cruz con el establecimiento del rancho de Diego Romero, Santa Bárbara, en 1727, desde donde se extendieron a otros más por esa región: en 1741 se les adjudicaban dos sitios y medio de terreno a los herederos de Romero en el antiguo rancho ganadero de Kino, San Luis, mientras que Santa Bárbara pasaba por entonces a posesión de Gabriel Antonio de Vildósola.

En 1736 era descubierto, al suroeste del actual Nogales, Sonora, un yacimiento con enormes lozas de plata pura, la mayor de las cuales llegó a pesar dos toneladas. Era un lugar aledaño al puesto del Arizona que desde entonces lleva el nombre de Planchas de Plata. Se ordenó el embargo de lo encontrado, inició la investigación si era yacimiento natural o tesoro enterrado, aunque los constantes ataques apaches y el agotamiento del metal superficial llevaron al abandono del lugar. De cualquier manera, su fama continuó a través del tiempo hasta heredarle su nombre al actual Estado de Arizona.  El panorama se veía promisorio: el Padre Sedelmayr, desde Tubutama, se había encargado de continuar la expansión misional en toda la Pimería Alta, realizando viajes exploratorios al río Colorado en 1744, 1749, 1750 y otro más después de 1751, además de escribir un informe de sus actividades e ir a la Cd. de México para promover otro impulso misionero más para la región.

Sin embargo, este crecimiento de ranchos y arribo de mineros españoles llevó al mayor problema que viera la Pimería Alta en toda su historia. En noviembre de 1751, una rebelión encabezada por el Pima Luis de Sáric sacrificaba a los misioneros de Caborca y Sonoita y de sus españoles y gente de razón; en Oquitoa fueron muertos 20 españoles más; en Sáric mataron a los españoles y fueron destruidos todos los asentamientos situados entre esa misión y la de San Javier del Bac, a la vez que en Tubutama fue atacado el pueblo. No corresponde a este espacio la crónica del levantamiento, aunque debo agregar que resultó en un éxodo generalizado de españoles de la Pimería Alta y en el establecimiento, por el gobierno, de los presidios (fuertes militares) de Tubac y Altar.

Otra consecuencia de este levantamiento, aunque de muchísimo mayor importancia, ocurrió en 1767 cuando todos los misioneros jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles y reemplazados el año siguiente por los frailes franciscanos aunque  bajo otras condiciones de trabajo.

Poco después, el día 14 de octubre de 1775 pasaba por el entonces despoblado arroyo de Los Nogales una expedición de más de un centenar de colonos encabezados por el Cap. Juan Bautista de Anza hijo. Ellos lograron llevar a cabo la idea que sostuviera Kino durante toda su estancia en la Pimería Alta: establecer una ruta por tierra entre Sonora y California. Su motivación, sin embargo,  no fue establecer el comercio con Asia sino proteger California de las incursiones rusas. Después de su paso, el silencio regresó al arroyo, a esperar un siglo más para que naciera una población dividida por una frontera internacional que entonces no existía, en estas ciudades que hoy conocemos como Ambos Nogales.

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